¿Existe alguien ajeno a la belleza de ver fluir las blancas semillas del diente de león, aleteando gráciles en el aire, con la promesa flotante de una nueva vida tan pronto desciendan acariciando la tierra?
Si a una estampa tan hermosa le sumamos la emoción de formular un deseo, tan presente en el imaginario colectivo, el resultado se tiñe de una magia vaporosa que el viento se encarga de diseminar, en una constelación de sueños que embellecen el firmamento.